El acento de este relato recae en la fuerza de la fe. El milagro de la Fe abre los ojos a una nueva dimensión de la vida y hace posible interpretar la realidad con una nueva clave: ver con los ojos de Jesús.
¿En qué sentido puedo o debo decir yo también, como el ciego Bartimeo: «Maestro, haz que vea»…?
Salmo 125
Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos pareció que estábamos soñando.
Entonces nuestra boca y nuestros labios
se llenaron de risas y gritos de alegría;
entonces los paganos decían:
“¡El Señor ha hecho grandes cosas por ellos!”
Sí, el Señor había hecho grandes cosas por nosotros,
y estábamos alegres.
¡Señor, haz que cambie de nuevo nuestra suerte,
como cambia el desierto con las lluvias!
Los que siembran con lágrimas,
cosecharán con gritos de alegría.
Aunque lloren mientras llevan el saco de semilla,
volverán cantando de alegría,
con gavillas de trigo entre los brazos.
Quien ha hecho la experiencia del don salvador de nacer de nuevo a la vida a causa del Reino del cielo, sabe que ha hecho un paso decisivo, que se ha liberado de todo lo que le rodea y de sí mismo, para vivir centrado en la Vida con mayúsculas.
Cada día hay que mirar con mirada nueva a nuestros hermanos, es decir, que gracias a la conversión al Evangelio, todos podemos ser de otra manera: la del hombre y la mujer nuevos.
Francesc Casanovas i Martí